


Si yo fuera Ágatha Ruiz de la Prada (en otra vida me he propuesto tener un nombre tan poético como éste) estaría ahora mismo pidiendo a mi asistente que buscara el teléfono de las headquarters de Moschino y me pasara directamente con el bonito/a que ha diseñado ésta colección.
Me cuesta bastante creer que Rossella Jardini, la que da la cara en los desfiles, sea consciente de este craso error.
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