miércoles, 21 de abril de 2010

Rodarte, la primavera y las bodas en las que no sabes cómo acertar

Acabo de salir de una boda y tengo otra a finales de septiembre. La verdad es que queda muy lejos y no había pensado aún en qué me iba a poner. Pero al ir de compras éste pasado sábado con mi madre me puso un pelín nerviosa. Que si para septiembre no queda nada, que si ya me habrá crecido decentemente el pelo para entonces y no parecer un champiñón, que si en plena época de rebajas es muy difícil encontrar algo decente, ... Vamos, mi madre, una optimista en toda regla.

Descubrí hace poco la firma de las hermanas Kate y Laura Mulleavy -Rodarte-, así que como veréis, vivía en la más profunda ignorancia. En mis ratos muertos -completamente inexistentes, pero a veces entro antes a la oficina y salgo más tarde para hacer mis deberes en Style.com- y me empapo de las colecciones de los diseñadores que más me gustan.

Así que, como ya os decía, me puse a documentarme sobre Rodarte ésta semana, y su primera colección primaveral del 2006 es una fuente de inspiración para las que siempre quieren acertar -entre las que me encuentro en éste caso, ya que la boda será clásica y no quiero enfadar a la novia-. Mi favorito:

Sencillo pero diferente. Fijaos en los detalles de las costuras y los bordes.

El estilo de las californianas ha evolucionado mucho y hay un claro cambio desde sus comienzos, sin llegar a un estilo completamente antagónico. Las colecciones de Rodarte suelen tener unos patronajes casi arquitectónicos y en muchas de éstas piezas ya podemos ver que apuntaban maneras. El resto de la colección:

De modo que no os quejaréis las que tengáis una boda próxima, que tenéis en éstos pocos modelos ideas para dar, vender y adaptar a vuestro propio estilo. Poned a las costureras y modistas a trabajar que últimamente están en horas bajas. Y a mi pobre madre, por hablar, le ha tocado pringar. Lo más seguro que le toque acompañarme a una tienda de telas, sufrirme mientras corta los patrones como yo le digo -aunque luego hace lo que le da la real gana- y aguantar lo quisquillosa que me pongo cuando me están probando un vestido.

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